#6. La animación en Palestina como forma de resistencia
El estado del audiovisual palestino, en continua tensión por la ocupación israelí, es también el de un pueblo que busca sus imágenes entre los resquicios de un imaginario de difícil acceso
¡Hola! Hoy nos metemos en un jardín complejo: la situación del cine de animación en Palestina, que no deja de ser otra forma de aproximarse al audiovisual en resistencia a la ocupación israelí, tanto en sus formas y tropos como en sus dificultades económicas e industriales (que no son pocas). Mucha tela que cortar, ¡vamos allá!
¿Hay un cine palestino?
La idea de que existe un “cine nacional” es habitual como categoría útil para sistematizar una división que atienda a una serie de condicionantes en la cultura de cada país, empezando por su contexto político y socio-económico. Pero los países son entes cambiantes y dinámicos, constructos que funcionan como pacto, y eso ocurre también en el cine de una nación, que cambia en función de cada película y contexto. Ante esta dificultad, ¿podemos inclinarnos ante la idea de que existe una cinematografía por cada país que tiene producción cinematográfica? Y, esa idea de un cine como ente homogéneo, ¿no limita los márgenes de las obras que pasan desapercibidas por condiciones diversas1?
Si aplicamos esta línea de pensamiento en el caso palestino, nos encontramos con una pregunta aún más difícil de responder: ¿existe un cine palestino? Livia Alexander orbita en torno a la pregunta en su texto con el mismo nombre2 y da claves para pensar desde lo concreto: la producción de un país en continua negación.
Porque, ¿cómo se crea y se sostiene una industria que no tiene fondos nacionales y apenas cuenta con recursos locales para rodajes, no tiene una audiencia nacional habitual, y consigue sacar sus obras adelante gracias a la participación de fondos extranjeros y de coproducciones? Y, al mismo tiempo, ¿cómo puede legitimarse la forma de arte de un país negado e invisibilizado si no es con una etiqueta propia que, aunque sea de un cine nacional como categoría capciosa, le permita entrar a la existencia del conocimiento?
Colleen Jankovic va un paso más allá y asevera que:
(…) by packagin Palestinian cinema, including animated films, in the same way as other national cinemas, we may risk further obscuring how settler-colonialism, racism and post-Oslo neoliberal economics and politics, profoundly shape the conditions of Palestinian stateless dispossession.3
Una industria bombardeada
Estas complejísimas preguntas (que no pretendo responder aquí) también traen consigo otras derivas, como las que ocupan a este boletín: la animación palestina. Un sector más invisibilizado, si cabe, que todo el audiovisual palestino, que enfrenta el prejuicio desde todos los frentes: el de la animación como medio para lo infantil y lo fantasioso, el de la dificultad de conformar una imagen sobre el propio carácter de una Palestina siempre condicionada por la ocupación o el de la visión orientalizante de activistas que filman sobre el conflicto desde una óptica que poco o nada tiene que ver con la del arte de Gaza o Cisjordania.
Las cruentas y continuadas masacres israelíes en territorio palestino son terroríficas imágenes que cineastas occidentales atesoran y difunden desde la más grave de las denuncias, como hiciera Godard en su irreductible compromiso con lo filmado. Pero ¿cuáles son las imágenes palestinas? Y, casi tan importante como la anterior pregunta, ¿de dónde salen, cómo llegan a la realidad?
Aquí radica una de las cuestiones fundamentales para entender las barreras que encuentran creadores palestinos para llevar a cabo proyectos audiovisuales, y, por extensión, de animación. Se enfrentan a la dificultad de aprender sobre el medio (pocas universidades palestinas ofrecen estudios de cine, o, en todo caso, universidades israelíes a las que solo algunos palestinos pueden entrar por tener ciudadanía israelí, con la evidente contradicción que supone la formación en el país invasor), tienen pocas opciones de financiación local que obligan a realizar coproducciones, dependen de ingresos que Gaza y Cisjordania reciben de ONGs y organizaciones internacionales y que están condicionados por una frágil idea de “paz” en un conflicto que aún hoy sigue existiendo ante el flagrante blanqueamiento de las acciones israelíes…
La desestructura de esta industria en ciernes tiene, evidentemente, connotaciones políticas que es difícil evitar. Para empezar, que la aceptación de formación o fondos israelíes, una opción para los creadores palestinos, arrastra una idea de complicidad con la ocupación. Pero también que, tras los Acuerdos de Oslo, la promoción y financiación de proyectos palestinos con fondos internacionales es una cómoda fórmula de Occidente para mantenerse al margen del conflicto, pues al mismo tiempo que se apoya a la sociedad civil palestina, se omite la idea de conflicto con la actitud israelí.
Imágenes frente a la ocupación
Las limitaciones son, entonces, técnicas y económicas, pero también histórico-culturales y de representación. Lo asevera el teórico Edward Said, que destaca como modo característico de la cultura palestina lo no narrativo y la inestabilidad formal, ambas consecuencia de la historia de Palestina que está siempre atravesada, precisamente, por su propia negación:
Constructed and deconstructed, ephemera are what we negotiate with, since we authorize no part of the world and only influence increasingly small bits of it. In any case, we keep going.4
Con estos condicionantes, el habitualmente fértil campo de la animación está yermo en Gaza y Cisjordania. Algo que no impide a los locales hacer esfuerzos para nutrir su estéril industria animada desde la iniciativa individual, a pesar de las dificultades para recibir fondos con los que desarrollar películas en general, y de animación en particular.
Cuenta Jankovic que se pueden atisbar diferencias creativas y estilísticas en según qué regiones palestinas: mientras que en la zona cisjordana prima un entendimiento más clásico y tradicional del medio, la animación en Gaza prioriza lo discursivo y toma la imagen generada por ordenador como forma visual preeminente5. Una forma, la digital en la que se mantiene un cordón de influencia, puesto que los medios de los que se dispone en la franja continúan en la línea neoliberal de vigilancia a través de la privatización y la tecnología.
A esto se le suma la visión de la particular otredad palestina. Y es que, ante la sobreestimulación de imágenes en la era digital, el conflicto palestino aparece representado, casi más a menudo, con ojos ajenos que con los propios. Así lo reseña, de nuevo, Jankovic, respecto a las imágenes cinematográficas:
Whereas an activist-oriented cinema verité approach to revealing Palestinians’ struggles and exposing Israeli abuses is common with Western activist, artist, journalists, and NGOs, it is rare in Palestinian cinema, which is marked by a more irreverent approach to conventions of documentattion and narrative (…). Palestinian animated films are largely serious, based in social reality, and lack the fantastic, playful, and imaginative quality frequently associated with animation6.
Fatenah, redibujando Gaza
En esas coordenadas se sitúa Fatenah, película de 2009 dirigida por Ahmad Habash y producida por Daed Andoni, y aclamada como la primera película de animación palestina de la historia. La cinta, que puede verse en Vimeo, narra la historia de una mujer palestina que descubre que tiene cáncer de mama, y cómo eso trastoca y derruye, poco a poco, su ya complejo modus vivendi en un campo de refugiados de Gaza.
Tras la presentación de Fatenah, la malograda protagonista, que describe en fondo blanco su situación en un espacio ajeno, empieza un significativo travelling vertical que del cielo a la tierra, una idea de descenso que acompasa el empeoramiento de la mujer con la propia historia de su país .
Realizada en animación 3D por ordenador, además de algunas técnicas de 2D, Fatenah también se sirve de fotografías de Gaza (de su espacio y sus habitantes) desdibujadas digitalmente que sirven como localización y aceleran la creación de fondos para poner el centro en la animación de personajes. Al mismo tiempo, la inclusión de estas imágenes genuinamente palestinas (una playa en Gaza, un campo de refugiados, la zona fronteriza) y su deformación también casan con las imágenes en permanente búsqueda que se desdibujan porque el territorio palestino es un no-lugar, un espacio de tránsito pero nunca garante de permanencia.
Además del innegable calado discursivo de la película (la importancia de la prevención, la terrible situación sanitaria en Palestina y el difícil acceso a diagnósticos y tratamientos al otro lado de la frontera, donde hay recursos reales pero negativas rotundas a la prestación a la población no israelí…), Fatenah apuesta por el respeto más absoluto a su protagonista ante las humillaciones y vejaciones que sufre, con el frío plano frontal fijo en la que Fatenah es obligada a desnudarse. Quizá Fatma Bargouth, la mujer fallecida en 2004 por cáncer de mama en la que se basa esta historia, vivió algo parecido, en una de las innumerables afrentas contra existencias negadas que las imágenes intentan reparar.
En su encomiable labor de repensamiento del canon cinematográfico, Another Screen, la plataforma de la revista feminista de cine Another Gaze, trabaja llenando vacíos con ciclos de películas hechas por mujeres. En el caso que nos ocupa, también llenaron un vacío que ayuda a cartografiar el complejo mapa de la cinematografía palestina a través de películas hechas por sus mujeres. Pueden recuperarse los textos (y pedir más información a las organizadoras sobre las películas del ciclo) en este enlace.
Más en Alexander, L., Is There a Palestinian Cinema? The National and Transnational in Palestinian Film Production (en Palestine, Israel, and the Politics of Popular Culture: pp. 151-172).
Traducción propia: (…) al agrupar el cine palestino, incluidas las películas de animación, de la misma manera en la que se hace con otras cinematografías nacionales, corremos el riesgo a invisibilizar aún más la forma en la que el colonialismo, el racismo y las política y economía neoliberales posteriores a [los acuerdos de] Oslo configuran profundamente las condiciones de la disposesión de los apátridas palestinos.
Jankovic, C., Pixilated Intifada: Animating Palestine Under Digital Occupation. En Animation in the Middle East: Practice and Aesthetics from Baghdad to Casablanca, p. 153.
Traducción propia: Construidos y destruidos, negociamos con lo efímero, ya que no estamos autorizados en ningún lugar del mundo e influimos tan solo en espacios cada vez más pequeños. En cualquier caso, seguimos adelante.
Said, E. en After the Last Sky: Palestinian Lives, p. 37.
Jankovic, C., Pixilated Intifada..., Op. Cit, p. 157.
Traducción propia: Mientras que, entre los activistas, artistas, periodistas y ONGs occidentales, es habitual una aproximación más cinema verité orientada al activismo para revelar las dificultades del pueblo palestino y exponer los abusos de Israel, es raro que el cine palestino, marcado por un acercamiento más irreverente a las convenciones de la no ficción y la narrativa (…). Las películas animadas palestinas son serias en gran medida, se basan en la realidad social, y carecen de las cualidades de lo fantástico, lo lúdico y lo imaginativo frecuentemente asociado con la animación.
Ibid., p. 158.